BRASIL.- Romario Dos Santos Alves, un brasileño aspirante a físicoculturista tiene los bíceps más grandes del mundo, pero casi le cuesta muy caro su "esfuerzo".
Los médicos estuvieron a punto de amputarle ambos brazos por los daños que le han causado las inyecciones de aceite y alcohol para aumentar de forma superlativa el tamaño de su musculatura.
Al parecer, Dos Santos comenzó a coquetear con esta sustancia hace unos tres años, cuando trabajaba como guardaespaldas. Por aquel entonces estaba tan obsesionado con llegar a ser un culturista profesional de la forma más rápida posible que decidió inyectarse en sus bíceps Synthol (un tipo de aceite peligroso para la integridad física, pero efectivo para desarrollar la masa corporal).
Sin embargo, en los meses posteriores se hizo adicto a esta sustancias, que no podía dejar de pincharse. "Si lo tomas una vez, te aseguro que habrá una segunda", dijo el brasileño. A su vez, el líquido empezó afectar a su cordura (hasta tal punto que trató de suicidarse cuando su mujer estaba embarazada de seis meses) y a su salud, pues el Synthol empezó a solidificarse en sus brazos.
Ahora, dos años después de este trágico suceso, Dos Santos ha hablado a los medios de comunicación para explicar a los nuevos culturistas las repercusiones que puede tener recurrir a sustancias dañinas para aumentar la musculatura. "Quiero que otras personas vean los peligros, podría haber muerto, y todo porque quería músculos más grandes. Simplemente no vale la pena", cerró.